Micro y nanoplásticos afectan a todos los tejidos, provocan muerte celular y se relacionan con la generación de diversos tipos de enfermedades

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Micro y nanoplásticos afectan a todos los tejidos, provocan muerte celular y se relacionan con la generación de diversos tipos de enfermedades

Felipe Simon, científico del IMII y autor del estudio sobre el efecto inflamatorio de estas partículas:

Micro y nanoplásticos afectan a todos los tejidos, provocan muerte celular y se relacionan con la generación de diversos tipos de enfermedades

  • Investigadores del Instituto Milenio en Inmunología e Inmunoterapia desarrollaron un trabajo de revisión que forma parte de un libro de edición internacional referido a las bases moleculares de varias patologías.
  • El consumo de estos elementos “es inevitable, imperceptible e incontrolable”, lo cual “tiene un efecto acumulativo, a largo plazo”, afirma el profesor titular de la Universidad Andrés Bello.
  • “Hay evidencia que hace presumir que, por acción de los nano y los microplásticos, al menos se pueden generar enfermedades neurodegenerativas como Parkinson y metabólicas como diabetes y esterilidad”, sostiene el doctor en Ciencias Biomédicas.

“Todas las personas, en mayor o menor medida, hemos incorporado micro y nanoplásticos en nuestros tejidos, y estas partículas dañan nuestra salud a largo plazo, al provocar muerte celular y contribuir a la aparición de enfermedades”.

La afirmación es del doctor en ciencias biomédicas Felipe Simon, quien lideró, junto con la candidata a doctora Biociencias Moleculares Yolanda Prado, el artículo “Pequeños plásticos, grandes problemas inflamatorios”, uno de los diecisiete que conforman el libro “Avances en Patología Molecular”, publicado recientemente por la editorial Springer, que desarrolla contenidos en ciencia, medicina y tecnología a nivel global, y que edita más de 2.900 revistas científicas.

El libro es una recopilación de trabajos centrados en elucidar las vías moleculares subyacentes para descubrir nuevas vías terapéuticas y diagnósticas en los campos de la inmunología, la inflamación, el cáncer y la endocrinología. Sus editores son Felipe Simon y Carmelo Bernabeu, integrante del Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas, de España, y entre los autores hay científicos de Chile, España, Estados Unidos, Canadá, Inglaterra, Alemania, Serbia, entre otras naciones. Su conceptualización surge como un esfuerzo conjunto de investigadores del Instituto Milenio de Inmunología e Inmunoterapia (IMII), al que pertenecen Simon y Prado.

ACCIÓN EN LOS TEJIDOS DEL SER HUMANO

Datos clínicos y experimentales ponen de manifiesto el potencial deletéreo para la salud de los seres vivos de las micro y nano partículas de plástico, ya que ejercen una acción local y sistemática en prácticamente todos los tejidos del ser humano, y tienen efectos significantes en la generación de la respuesta inflamatoria.

Así concluye el artículo encabezado por Prado y Simon, y en el que también participaron otros cinco científicos, de las universidades Andrés Bello (Chile) y de British Columbia (Canadá). Entre ellos, la doctora Claudia Riedel, también investigadora del IMII. En el texto, se analiza en profundidad “el impacto de las pequeñas partículas de plástico en la respuesta inmunitaria de todo el organismo, con foco en el sistema nervioso y los órganos y tejidos periféricos como el gastrointestinal, el respiratorio, el linfático, el cardiovascular y el reproductivo, así como la implicación en el aumento de la susceptibilidad a enfermedades concomitantes y las perspectivas futuras en la exploración de posibles terapias”.

Como afirman los autores, “la producción de plástico supera el millón de toneladas cada año, convirtiéndose en una preocupación mundial debido a la estabilidad de sus polímeros constituyentes, su baja densidad -que facilita su dispersión- y su pequeño tamaño, que impide su correcta eliminación por las plantas de tratamiento de aguas residuales, favoreciendo su acumulación y aumentando las amenazas para la salud. En lugar de ser convertidos químicamente o mineralizados, los plásticos desechables de envases de alimentos, guantes e incluso productos cosméticos, se fragmentan en partículas diminutas conocidas como microplásticos (MP) y nanoplásticos (NP)”.

En el trabajo, se plantea que, si bien no hay consenso sobre su clasificación, la Organización Internacional de Normalización ha indicado que los fragmentos de hasta 5 milímetros de diámetro son microplásticos y que los nanoplásticos tienen una dimensión menor a un micrómetro de diámetro.

“Los estudios que intentan dilucidar las vías de absorción biológicas han mostrado interacciones gastrointestinales, cutáneas y respiratorias. La piel, por ejemplo, impide la difusión de MP y NP, mientras que permite el acceso a través de heridas o glándulas sudoríparas. La capa alveolar -en los pulmones-, por el contrario, es lo bastante fina como para permitir que permeen a la circulación”, sostienen los científicos.

Y agregan que, aunque no está claro cómo las células absorben los MP y los NP, los hallazgos actuales sugieren que las interacciones entre proteínas y plásticos estarían ayudando a que las células capten las partículas.

“Los plásticos nos acompañan en todo, no hay sección de nuestros hogares que no los incluya y prácticamente toda área del planeta presenta algún grado de contaminación por microcomponentes del plástico”, plantea el doctor Felipe Simon.

“Podríamos pensar -continúa el investigador del IMII- que un sector remoto del planeta está desprovisto de plásticos por la ausencia de la presencia humana, y posiblemente así es si hablamos de elementos plásticos de gran tamaño como envases y bolsas, pero debido a que de estos derivan los micro y nanoplásticos, estos finalmente se diseminan por el agua y el aire y, por tanto, inundan cada rincón del planeta por muy recóndito que este sea. Entonces, se estima que no hay un lugar del planeta que no esté en alguna medida contaminado con una de estas partículas. Y, como están ahí, en el medio ambiente, los seres vivos los consumimos, sin ser muy conscientes de esto”.

Si bien se podría pensar que, al desechar los envases, evitamos el plástico, el académico dice que “en rigor los MP y los NP están presentes igualmente provenientes del uso de los componentes plásticos y también derivados de los lugares de acopio, luego de su eliminación. Así, el consumo de estos MP y NP no depende del hábito que tengamos y, por ende, la situación escapa de nuestro control”.

En los último años -acota el doctor Simon-, se consolidó la idea de que, si los plásticos están en el ambiente, los estamos consumiendo. “Se ha reportado microplásticos en seres vivos, en tejidos de animales, en tejidos y sangre de seres humanos. Todos, en mayor o menor proporción, tenemos microplásticos en los tejidos”.

Por el tamaño de los nano y los microplásticos, “su consumo es inevitable, imperceptible e incontrolable”, afirma Felipe Simon. Ello “tiene un efecto acumulativo, a largo plazo”. Y complementa: “Hay evidencia que hace presumir que, por acción de los NP y los MP, al menos pueden contribuir -más la concurrencia de comorbilidades- a la generación de  enfermedades neurodegenerativas, metabólicas y reproductivas, entre otras”.

CONSECUENCIAS EN DISTINTOS SISTEMAS

            En el artículo, se mencionan varios efectos de los MP y los NP en distintos sistemas. Por ejemplo, respecto del inmune, se indica que los nanoplásticos modificados con sulfato se han acumulado en las gotitas lipídicas del citoplasma de macrófagos humanos y murinos, y han potenciado el estrés oxidativo, promoviendo así la diferenciación de las células espumosas, una característica crítica de la aterosclerosis y vinculada a las enfermedades que constituyen la principal causa de muerte en Estados Unidos y otros países.

            Otro ejemplo dice relación con el sistema nervioso: en ratones, se demostró que la exposición de 28 días a NP inducía degeneración neuronal, como la que se da en la enfermedad de Parkinson. Asimismo, en el pez cebra, nanoplásticos se acumularon en el tracto gastrointestinal y el cerebro, y tras esto afectaron su desarrollo, como demuestran la reducción de los latidos del corazón y de la eclosión, así como la apoptosis de las células cerebrales y el daño neuroconductual.

También en el sistema respiratorio se ha comprobado efectos negativos.  “La creciente evidencia sobre los plásticos transportados por el aire ha demostrado su potencial para penetrar y dañar las vías respiratorias”, aseguran los autores. Por ejemplo, el análisis de veinte muestras de pulmones de personas fallecidas mostró la presencia de 33 partículas poliméricas. Puntualizan en el trabajo que los NP “promueven un fuerte daño celular en comparación con los MP, afectando a la viabilidad celular”. Además, estudios han dado cuenta de que los NP favorecen alteraciones asociadas al desarrollo de la fibrosis.

En cuanto al sistema digestivo, se plantea que “los envases de alimentos, el agua potable e incluso las frutas y verduras han mostrado restos de plástico que representan un riesgo en la ingesta por los seres vivos. En relación con esto, estudios experimentales han demostrado que los envases de plástico desechables, independientemente de la frecuencia de uso, están asociados a importantes alteraciones de la microbiota intestinal”. Se mencionan pruebas de exposición oral de ratones a microplásticos durante seis semanas, lo que tuvo como consecuencia alteraciones de tejidos relevantes y un reclutamiento defectuoso de células inmunitarias. En el caso de peces cebra expuestos a MP y NP, se ha evidenciado que las partículas de plástico más pequeñas provocan daño epitelial intestinal y disminuyen la diversidad intestinal.

“Varios grupos de investigación en el mundo han mostrado que hay un efecto transversal en todos los sistemas y células del organismo tras la exposición e ingesta de micro y nanoplásticos. Se produce una respuesta inflamatoria potente y muerte celular, en los sistemas respiratorio, gastrointestinal, circulatorio y nervioso, entre otros. Pensemos que los sistemas respiratorio y gastrointestinal reciben elementos del exterior y, aun cuando tenemos un eficiente sistema de filtración, las pequeñas partículas ingresan igualmente”, explica el doctor Simon. “Luego pasan a la sangre y se mezclan con otros elementos del organismo, con el sistema vascular, y llegan a provocar daño en células de diferentes sistemas”, añade.

Para ello, “interaccionan con proteínas de la membrana plasmática, lo que les permite el ingreso a las células y ocasionar el daño celular”.

NECESIDAD DE CAMBIO EN NORMATIVA

¿Cuáles son esos micro y nanoplásticos que causan daño? “Se está investigando para identificarlos, pero es una tarea en la que hay mucho por hacer”, indica el científico IMII. Aunque la lista se va ampliando pues, como apunta, se han ido generando más micro y nanoplásticos.

El doctor en ciencias biomédicas propone, ante esto, “limitar la generación de microplásticos a través de normativas que apunten en particular a los de mayor peligrosidad potencial”. Luego, plantea que deben utilizarse procedimientos de detección y eliminación de MP y NP: “Hoy, los servicios ambientales y salud pública miden radiación, concentración de metales, para dar unos ejemplos, pero aún no miden la presencia de micro y nanoplásticos, de manera sistemática y regulada”. Pero advierte que “si bien podemos regular la generación de NP y MP, la presencia de los que ya se han generado en el medio ambiente seguirá por cientos de años o más; y por tanto, también tenemos que asumir que llegarán a los seres vivos y es necesaria la investigación y el conocimiento de sus consecuencias y potenciales vías de tratamiento”.

Simon afirma que “conocer de qué manera los MP y los NP producen o potencian el desarrollo de una enfermedad será importante para hacer un correcto diagnóstico y generar protocolos de tratamiento. Por ejemplo, si se descubre cómo un microplástico produce una determinada patología, y se descubre el mecanismo de acción, podemos generar formas de reducción de sus consecuencias. La idea es que, aun cuando los NP o MP estén presentes, no generen su efecto nocivo, lo cual podremos conseguir solo si sabemos el mecanismo por el cual producen el daño. En ausencia de este conocimiento, no estaremos en condiciones de determinar qué tipo de terapia o fármaco hay que desarrollar”.

 
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Equipo Prensa Portal Red Salud

   

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