Setenta años del ADN: Uno de los mayores descubrimientos médicos de la historia

Setenta años del ADN Uno de los mayores descubrimientos médicos de la historia

 

Pocas veces un descubrimiento científico genera tanta atención en la opinión pública durante décadas. Más escaso es que éste impacte profundamente a la medicina y a todas las ciencias biológicas de manera revolucionara para siempre.

Hace setenta años atrás, un 25 de abril de 1953, el biólogo estadounidense James Watson y el biofísico británico Francis Crick publicaron en la prestigiosísima revista Nature la estructura del ácido desoxirribonucleico (ADN). ¿Por qué es tan importante este descubrimiento? El ADN es una macromolécula presente en todas las células y que, según lo demostrado por Watson y Crick, posee una forma de doble hélice donde está codificada la información genética que se transmite de generación en generación, de madres y padres a hijos, almacenando una gran cantidad de datos, como si fuese un verdadero “disco duro”. A principios de los años ’50 existió una verdadera carrera científica donde participaron investigadores de distintos lugares del mundo con el fin de descubrir la estructura de la molécula que porta los “secretos de la vida”. Por su descubrimiento, Watson y Crick, junto al biofísico Maurice Wilkins, recibieron en 1962 el Premio Nóbel de Medicina y Fisiología. No recibió el Premio la Dra. Rosalind Franklin, brillante fisicoquímica y cristalógrafa británica, cuyas investigaciones fueron fundamentales para que Watson y Crick propusiesen su modelo de doble hélice. Desafortunadamente, Franklin había fallecido de cáncer de ovario en 1958, a la edad de 37 años, no recibiendo el adecuado reconocimiento en vida.

 

Por ser tan anhelada por los investigadores, la estructura del ADN era considerada como el “santo grial” de la biología. La propuesta de doble hélice vino a generar una verdadera revolución científica, especialmente impulsando a la biología molecular, con lo cual, se pudo, por ejemplo, conocer de mejor manera la naturaleza de los genes (segmentos cortos de ADN) y cómo éstos están alterados en algunas enfermedades humanas. De esta forma, si bien el descubrimiento de la estructura del ADN es una de las grandes proezas científicas que más ha concitado atención en la historia de la ciencia, es muy importante tener a la vez en cuenta las grandes aplicaciones en ciencias biológicas y de la salud que ha traído consigo. Gracias al conocimiento estructural del ADN ha sido posible el desarrollo acelerado de la ingeniería genética y de la biotecnología molecular, que actualmente poseen diversas aplicaciones clínicas, tales como la producción en masa de insulina y de hormona del crecimiento humana, entre otras hormonas, el desarrollo de vacunas y anticuerpos, el desarrollo de la genética forense, el avance de la biología reproductiva humana, el screening genético para conocer mutaciones que producen enfermedades genéticas o el haber podido desarrollar el conocido examen de PCR, entre otros. También el conocimiento de la “doble hélice dorada” ha permitido el desarrollo de los cultivos transgénicos, la optimización reproductiva en la industria salmonera y la protección de especies en peligro de extinción, entre otras diversas aplicaciones.

La dilucidación de la estructura del ADN, considerada la “piedra Rosetta” para descifrar el código genético, fue la base primigenia para hacer posible que en 2003 se produjese el secuenciamiento de genoma humano. Este hecho marcó el inicio de la Era Genómica, la cual presenta grandes potencialidades para la medicina y todas las ciencias de la vida, por ejemplo, con las nuevas técnicas de edición genética, así como los desarrollos vanguardistas en nanotecnología del ADN; pero también ha traído relevantes dilemas bioéticos, dados los riesgos de manipulación del código genético humano y de otras especies. Finalmente, el descubrimiento de la estructura del ADN vino a aportar profundamente en la respuesta a las preguntas trascendentales ¿qué es la vida? y ¿qué es un ser vivo?, las cuales han sido de permanente interés desde los albores de la humanidad.

 

Manuel E. Cortés

Biólogo, Doctor en Ciencias

Vicedecano Facultad de Ciencias Humanas UBO

 
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