Afrontando la crisis en salud mental ¿cambio de enfoque? parte 1

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Afrontando la crisis en salud mental ¿cambio de enfoque parte 1

 

Dr Mauricio Bonilla Sanchez

Médico especialista en salud pública

 

Los trastornos de salud mental experimentan un aumento en su prevalencia en todo el mundo, Latinoamérica no es la excepción, la pandemia y sus efectos ya conocidos en la salud mental, tales como: la interrupción de  los procesos relacionales, la falta de disponibilidad de apoyo social,  fundamentales en la salud mental (1), los múltiples duelos no elaborados y otros factores como la crisis económica, y en Latinoamérica los complejos escenarios de inestabilidad política y social, han agravado el problema, aumentando la morbilidad, la mortalidad prematura y la discapacidad. El escenario se complejiza aún más, si tenemos en cuenta la brecha de tratamiento, pues “las personas enfermas que no reciben ninguna clase de atención, exceden el 60 %, a lo cual se une la brecha financiera y de recursos existentes” (2). Esto es tan relevante que desde hace 5 años tenemos un aumento constante en la importancia que le dan los ciudadanos a la salud mental, el informe de Monitor Global de Salud 2022 (3) de Ipsos, que muestra la opinión de más de 23.500 encuestados de 34 países (seis de ellos de América Latina), frente a la pregunta ¿Cuáles son los mayores problemas de salud que enfrentan las personas en su país hoy en día? La salud mental es la segunda mayor inquietud en el mundo y en ellos, Chile es el que posee actualmente el porcentaje más alto de la región (62%), tendencia que consolida un aumento sostenido en esta preocupación para los 6 países latinoamericanos incluidos en esta encuesta.

 

Este preocupante panorama debería encontrar parte de la solución y abordaje en sistemas de salud que incentiven la promoción y prevención de la salud mental, pero como sabemos, nuestros sistemas tienen un enfoque curativo y de prestación de servicios directo al paciente, y lo que puede ser una solución, se convierte en una parte del problema, en realidad lo que surge es un círculo vicioso pues producto de la presión asistencial, se refuerza la concepción de un sistema basado en la prestación, los profesionales terminan dedicando la mayor parte del tiempo al tratamiento de la enfermedad y por tanto olvidando las acciones de promoción del bienestar o de la salud, incluida la salud mental. De hecho, el uso del término “servicios de salud mental” transmite la idea de enfermedad mental (5) reforzando el paradigma planteado, por ello resulta relevante replantear cuáles son las estrategias que podrían transformar la realidad actual. En el ámbito de la política pública, aunque existen avances importantes en distintas leyes de salud mental en Latinoamérica, por ejemplo, en Chile, la ley N° 21.331 del 2021 que reconoce y ofrece protección de los derechos de las personas en la atención de salud mental, a la hora de la implementación en términos de inversión sigue siendo escasa. “El gasto público mediano en salud mental en toda la región Latinoamericana es apenas un 2,0% del presupuesto de salud, y más del 60% de este dinero se destina a hospitales psiquiátricos” (7), el Ministerio de Salud de Chile destinó del presupuesto global sólo el 2.1%, en cambio países desarrollados destinan entre el 5% y 10%, se estima que el costo económico asociado a la depresión excede a las cuatro principales enfermedades no transmisibles: diabetes, enfermedades cardiovasculares, enfermedades  respiratorias y cáncer (8), aunque sí es cierto que el tema se mantiene en la agenda pública, existe mayor sensibilidad de las autoridades y es común que se declare que la salud mental es una prioridad,  incluirlo en el relato de los gobiernos y al menos hacerlo explícito es una avance, sin embargo, es a todas luces insuficiente, y seguirá siendo un factor relevante en la suma de soluciones frente al escenario descrito. Otro factor a tener en cuenta tiene que ver con la estructura del sistema, su enfoque y concepción; se ha dicho que abunda en el sistema un enfoque curativo y que el enfoque de la promoción de la salud se encuentra ausente en la mayoría de nuestros sistemas, por ello, es necesario considerar en el abordaje integral de soluciones otras concepciones y estrategias, entre ellas la integración de la promoción de la salud en el conjunto de acciones de la salud mental, así como integrar la salud mental en el conjunto de acciones de promoción de la salud (5).

 

El enfoque salutogénico de promoción de salud mental persigue “impulsar una vida más agradable, productiva y satisfactoria, en la que un buen estado de salud mental permita producir, relacionarse, adaptarse, hacer frente a la adversidad y contribuir a la construcción de la comunidad” (5), esto implica que parte de los objetivos que deberían perseguir los sistemas de salud incluye disponer, entregar y visibilizar recursos que desde lo individual o colectivo mejoren la calidad de vida, este enfoque establece dos tipos de recursos: los Recursos Generales de Resistencia y el Sentido de Coherencia. Los primeros son los recursos personales, interpersonales o contextuales como el conocimiento, el capital cultural o los hábitos saludables; si las personas tienen a su disposición estos recursos pueden tener más oportunidades para afrontar, superar y adaptarse a los desafíos cotidianos, tenerlos a disposición no significa que se tenga la posibilidad de utilizarlos.  La capacidad de hacer uso de ellos es el segundo -el sentido de la coherencia-, el cual se considera como aquella capacidad de elegir diferentes estrategias para resolver problemas o afrontar los distintos eventos y crisis.

 

Es importante señalar, que darle prioridad al enfoque de la promoción de la salud mental no significa ignorar que el abordaje integral de esta problemática incluye reconocer los otros determinantes sociales y estructurales, la pobreza, la desigualdad, el bajo acceso a la educación, entre otros problemas, que resultan estructurales en países en vías de desarrollo; la búsqueda de una respuesta integral al problema, pasa necesariamente por elementos plausibles como aumentos reales en el presupuesto que los gobiernos destinan, el cambio en la política pública, favorecer el acceso real en todas sus dimensiones, lo que no resulta simple, pero conviene “cohesionar las acciones para que lo individual y lo social sean una suma consistente” (5).

 

Las herramientas que entrega la salud digital se convierten en una gran plataforma para aportar recursos individuales y colectivos en línea con un enfoque salutogénico, es cierto que el actual movimiento comunicacional a favor de la salud mental –el sólo #saludmental en Twitter arroja millones de resultados-, mantiene en general la retórica de romper el estigma, reconocer signos y síntomas, y favorecer la consulta temprana, los movimientos en redes sociales y la difusión por grandes personalidades de su visión sobre la salud mental, aunque en ocasiones banal y que puede resultar peligroso pues hablan desde su propia experiencia que no necesariamente es útil o suficiente en todos los casos, sí pone de manifiesto un relato social que sensibiliza. Sin embargo, es posible que se entreguen herramientas de manera generalizada, sin adaptarse al proceso individual o sin acompañamiento profesional, lo que se convierte en un riesgo; se trata de “consumir” información valiosa y contrastada. Otro lado de la salud digital resultan ser las distintas Apps sobre salud mental, en el 2021 la Asociación Americana de Psicología estimó que existían entre 10.000 y 20.000 apps de salud mental, las apps pueden ofrecer inmediatez para el acceso, permiten entregar herramientas individuales o colectivas que en línea con el enfoque salutogénico planteado resultan ser útiles. En el gran universo que se avizora, parte de la discusión se centrará en la regulación, en la capacidad de las personas en elegir y asesorarse por expertos y conocedores del tema, en la misma capacidad de estos expertos en incluir la salud digital, lo que resulta claro, es que es necesario identificar a la salud digital como un gran aliado en la construcción del enfoque salutogénico.

 

BIBLIOGRAFÍA

 

  1. Francisco Buitrago Ramírez, Ramon Ciurana Misol, María del Carmen Fernández Alonso, Jorge Luis Tizón García. Repercusiones de la pandemia de la COVID-19 en la salud mental de la población general. Reflexiones y propuestas. Atención Primaria, Volume 53, Issue 7, 2021, disponible en: https://doi.org/10.1016/j.aprim.2021.102143. (https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0212656721001773)
  2. Los servicios de salud mental en América Latina y el Caribe: la evolución hacia un modelo comunitario (página 86|Volumen 75 Nº 2 diciembre 2011|Revista de Psiquiatría del Uruguay|Los servicios de salud mental en América Latina y el Caribe:)
  3. https://es.statista.com/grafico/28403/evolucion-del-porcentaje-de-personas-que-consideran-la-salud-mental-como-un-problema-principal-de-salud/
  4. https://elmedicointeractivo.com/salud-mental-hay-que-cambiar-enfoque-para-adaptarse-a-nueva-realidad-social/
  5. https://www.easp.es/web/blogps/2018/02/06/de-que-hablamos-cuando-hablamos-de-promocion-de-la-salud-mental-basada-en-activos/
  6. https://www.actaodontologica.com/ediciones/2015/3/art-19/
  7. https://www.paho.org/es/temas/salud-mental
  8. https://revistauniversitaria.uc.cl/dossier/legislar-la-salud-mental-marginados-de-la-ley/5901/
  9. ​​Castro Castro, S., & Castro Moyano, L. (2022). Promoción de la salud mental en una escuela municipal chilena: los hallazgos del Proyecto AME (Aprendizajes Mentales Emocionales). Estudios Pedagógicos, 48(1), 251–272. https://doi.org/10.4067/S0718-07052022000100251
 
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